HISTORIA

El fruto de cepas centenarias en una tierra ancestral y mágica

Desde los asentamientos romanos que datan del 193 a.C., pasando por la defensa de Toledo en la Peña Muñana – de la cual se conservan aún vestigios arquitectónicos y monumentales – la historia de la Villa Muy Noble y Muy Leal (título concedido por Alfonso VI) Cadalso (cuyo significado etimológico es “lugar en alto”) de los Vidrios (porque, además de vino, se ha fabricado cristal para embotellarlo) corre de forma paralela a la historia de sus viñedos.  

En nuestras ancestrales viñas, podadas una y otra vez a lo largo de cientos de años, predomina la variedad de la uva Garnacha sembrada en altura en un suelo arenoso-granítico, lo cual confiere al vino un aspecto similar al de la tierra que lo alimenta: brillante, fino y con cuerpo. En los vinos tintos predominan colores granate, con sabores vibrantes de frutos rojos, aromas cítricos y sensaciones únicas.

Cadalso de los Vidrios, y el vino de Gredos en general, están llamados a ocupar el lugar en la historia que les corresponde desde antaño.

Nuestros vinos han sido los preferidos de reyes, nobles y plebeyos. Desde la Edad Media, sus pobladores han cultivado la vid en éstas peñas y laderas graníticas, cuya roca madre les otorga unas peculiaridades enológicas únicas, excepcionales y reconocibles en todo el mundo.

Almacenados primero en cavas y cuevas, y después en las actuales bodegas – de las cuales, la del Cristo del Humilladero fue la primera en fundarse en el año 1956 y la más grande en la actualidad – el vino de Cadalso de los Vidrios soporta fresco, saludable y robusto el paso del tiempo.

Bebe el caldo que degustaban Alatriste y los artistas del Siglo de Oro

Cadalso de los Vidrios se halla al pie de la Sierra de Gredos y se encuadra en la región vitivinícola que toma su nombre de la vecina localidad de San Martín de Valdeiglesias, siendo sus vinos muy apreciados en la capital desde hace generaciones.

En nuestro Siglo de Oro, no había hostería que se preciase que no tuviera a disposición de los ilustres clientes de la época vasijas, tinajas, barriles y botellas provenientes de esta región: no iba a ser menos la taberna de El Turco, regentada por Caridad la Lebrijana en la novela ‘Las aventuras del Capitán Alatriste’ de Pérez-Reverte. Quién sabe si parte del ingenio poético y bravo romanticismo del bueno de Don Francisco de Quevedo no es debido en gran medida al tinto de la región que degustaba en compañía del Capitán Alatriste, tal y como aparece en la novela.

Asimismo, es más que probable que contemporáneos suyos como Tirso de Molina, Calderón de la Barca, Diego de Velázquez y hasta Miguel de Cervantes, alumbraran alguna de sus formidables comedias, tragedias, cuadros y novelas tras catar y embriagarse de este dulce morapio de bouqué, siempre hondo y de alto grado.

“No queda sino batirnos – dijo don Francisco de Quevedo. 

La mesa estaba llena de botellas vacías y cada vez que a Don Francisco se le iba la mano con el vino de San Martín de Valdeiglesias – lo que ocurría con frecuencia- se empeñaba en tirar de espada y batirse con Cristo”. 

La importancia del vino, reconocido, descarado e irredento amante de las musas, en la literatura – especialmente del de la región (“trago sanmartiniego”) – en esta época es tal, que aparece explícitamente mencionado en forma de verso en una sonada polémica entre Luis de Góngora y un Félix Lope de Vega más hermanado que nunca con Francisco Quevedo por mor del vino de Gredos. 

Góngora

Hoy hacen amistad nueva

Más por Baco que por Febo

Don Francisco de Quebebo

Y Félix Lope de Beba.

 

 

Lope de Vega

Tome un poeta al aurora

dos tragos sanmartiniegos

destos que Mahoma ignora.

y podrá de copla en copla

henchir de versos un cesto.

Beba agua, y el día pasado,

hará una copla tan tibia,

que parezca que ha salido

por boca de cantimplora.

Desde las primeras dataciones del siglo XIII, pasando por el Siglo de Oro y el Barroco Español, el vino del bajo Gredos sirvió a los nobles y a los artistas de la Corte de inspiración y a los pastores de alimento; rellenó los barriles de la capital y las botas de los pueblos. Y en el siglo XIX alcanza su máximo apogeo. 

La filoxera (la filoxera de la vid es el nombre común de la especie Viteus vitifoliae) destruye gran parte de los viñedos de la península. No así en Cadalso, que debido a las genuinas condiciones naturales del terreno (muy arenoso por su origen granítico) hace que las vides se refugien precisamente en esta zona. Esto supone un aumento considerable de la producción que perdura hasta la Guerra Civil Española.  

La fabricación del vino [de Cadalso]  es, sin duda alguna, la principal fuente de riqueza del pueblo que nos ocupa, a pesar de que, debido al aumento de producción y a la poca exportación,  el precio del vino baja constantemente, por lo cual vese en lontananza una temible y ruinosa crisis vinícola“. 

Revista Contemporánea.

Artículo de José Palanco y Romero. 

Febrero de 1905.

Documento original extraído de la Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España.

Desde los arcos ojivales y de medio punto que estructuraban las cavas cadalseñas datadas en el año 1256 en el Cabildo de Toledo, o las de la Cueva del Pilar, hasta la moderna Bodega Cristo del Humilladero, Cadalso de los Vidrios no ha dejado de producir un excelente vino de Gredos, fruto de una Garnacha de altura madurada en cepas centenarias. 

De los 327 depósitos, la bodega seleccionó un centenar con forma cónica de unos 9.500 litros cada uno para la elaboración. Aparte, la bodega cuenta también con conos de barro centenarios recuperados de las antiguas zonas tinajeras de media España, y depósitos modernos de acero inoxidable para almacén de vinos terminados y para el despacho tradicional de vino en garrafas.

La producción media anual de la bodega ronda los 500.000 kilos de uva en la actualidad; hace 20 años se lograban hasta 5.000.000 kilos. Esto es debido al progresivo abandono de las viñas dada la dificultad del cultivo en esta zona. Eso sí, el resultado es de CALIDAD ÚNICA.

La vinificación es fundamentalmente a base de Garnacha, Moscatel menudo y Albillo de viña vieja, a la que hace mucho tiempo también se le añadió Syrah, Merlot, Tinta de Toro, Graciano, Tempranillo; también, tras un proceso de recuperación lento basado en unidades pre-filoxérica, la variedad de Listán Prieto.

Nuestros vinos son excelentes para la crianza y la reserva

La D.O. Vinos de Madrid, subsección Vino, avalan la calidad de unos caldos producidos en una bodega cooperativa con solera, fundada a mediados del siglo XX y guardiana de una tradición milenaria de cultivo de la vid en estas tierras. Todos nuestros vinos (tanto los tintos, dulces o abocados, como  los blancos, los rosados y un vermut muy rico) gozan de una calidad superior garantizada, con un IPF alto.   

Los 120 socios actuales provienen de una larga tradición viticultora y siempre han apostado muy fuerte por mantener y mejorar el cultivo de los viñedos tradicionales, evitando el arranque de muchas de las cepas ancestrales de la comarca, y la consiguiente pérdida de un material vegetal único de una gran calidad.

En la actualidad, se están recuperando plantaciones, dotándolas de las últimas tecnologías y avances en poda y control de plagas para que el resultado sea un producto de alta calidad y gustoso para el paladar de nuestros clientes y amigos.

Bodega Cristo del Humilladero forma parte de diferentes asociaciones vitícolas.

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Nuestra bodega también presenta el sello de calidad para los productos veganos y vegetarianos, V-Label.

Es un sello registrado y reconocido internacionalmente, asegurando que nuestra empresa promueve la transparencia a través de un trabajo profesional y comprometido con el cumplimiento de los estándares.

Este certificado ayuda a nuestros clientes a reconocer, de manera clara y segura, que el producto que están adquiriendo es 100% vegetariano – vegano